Su ciclo de vida avanza cuando va picando huéspedes, ya que la sangre es su único alimento, picando tanto a personas como mascotas.
Su pequeño tamaño y cuerpo aplanado, le permiten esconderse y anidarse exitosamente. Prefieren hacerlo cerca de sus fuentes de alimento y detectan a las personas por su calor corporal, así como por el bióxido de carbono que emitimos al respirar.